Por décadas, China ha sido vista como el epicentro de la producción mundial gracias a una supuesta mano de obra barata que permitía a las empresas fabricar a bajo costo. Sin embargo, esta percepción está cada vez más alejada de la realidad. Una publicación en X del 20 de abril de 2025, acompañada de un gráfico que muestra el aumento sostenido de los salarios promedio en China, desmonta este mito y pone en perspectiva los desafíos que enfrentan países como Estados Unidos al intentar reemplazar este mercado. Los datos revelan que los sueldos en China han crecido exponencialmente, que su clase media es más pudiente y masiva que nunca, y que la falta de formación en otros países dificulta competir con su fuerza laboral.
El gráfico compartido en la publicación en X ilustra una tendencia clara: entre 2013 y 2024, los salarios promedio anuales en China han pasado de 58.900 yuanes a 115.000 yuanes, casi duplicándose en una década. En 2013, un trabajador chino ganaba en promedio el equivalente a unos 8.500 dólares al año (calculado con el tipo de cambio promedio de ese año, 6,19 yuanes por dólar). Para 2024, esa cifra se disparó a aproximadamente 16.400 dólares (con un tipo de cambio de 7 yuanes por dólar), según estimaciones basadas en los datos del gráfico. Este crecimiento, que representa un aumento del 95% en términos nominales, refleja un cambio estructural en la economía china, donde los trabajadores ya no aceptan sueldos bajos y las empresas deben pagar más para atraer talento.
En lo que se refiere a la mano de obra, hay muchos países más baratos que China. De hecho, la de baja cualificación ya cobra como la de algunos países de Europa del este, mientras que la cualificada tiene sueldos del sur de Europa o incluso más en las grandes ciudades. pic.twitter.com/N0bPtpdO2P
— Zigor Aldama 齐戈 (@zigoraldama) April 20, 2025
Lejos de ser un país de “mano de obra barata”, China se ha convertido en un mercado donde los trabajadores de baja cualificación tienen salarios comparables a los de algunos países de Europa del Este, mientras que los empleados cualificados, especialmente en grandes ciudades como Shanghái o Pekín, ganan sueldos equiparables o superiores a los del sur de Europa. Por ejemplo, un ingeniero en tecnología en Shanghái puede ganar entre 20.000 y 30.000 dólares al año, según datos de 2024 de la consultora McKinsey, una cifra que rivaliza con los 25.000 dólares promedio en países como Portugal. Este aumento salarial ha sido impulsado por políticas gubernamentales que buscan mejorar la calidad de vida, como el programa de “Prosperidad Común” impulsado por Xi Jinping desde 2021, que promueve una distribución más equitativa de la riqueza.
Un factor clave detrás de este cambio es el auge de la clase media china, que no solo es más numerosa, sino también más pudiente. Según un informe de 2024, más del 50% de la población urbana en China pertenece a la clase media, lo que equivale a unos 700 millones de personas. Este grupo, con un ingreso promedio por hogar de 15.000 a 36.000 dólares anuales, ha disparado el consumo interno, desde bienes de lujo hasta tecnología. Más del 70% de esta nueva clase media proviene de ciudades de tercer nivel o inferiores, lo que indica un crecimiento económico que se extiende más allá de las metrópolis. Este poder adquisitivo ha transformado a China en un mercado de consumo masivo, con un gasto en comercio electrónico que alcanzó los 2,8 billones de dólares en 2024, según Statista, superando a Estados Unidos y Europa combinados.
La idea de que China sigue siendo competitiva por su mano de obra barata también ignora la realidad de su ecosistema industrial. Más allá de los salarios, el país ofrece una red de proveedores, materiales y logística que ningún otro puede igualar. Las infraestructuras de transporte, como trenes de alta velocidad y puertos automatizados, permiten mover productos a una velocidad que países como India, aún en desarrollo, no pueden alcanzar. Además, la automatización ha reducido la dependencia de la mano de obra en muchas industrias. En 2023, China instaló más robots industriales que el resto del mundo combinado, según la Federación Internacional de Robótica, lo que demuestra que el costo laboral es cada vez menos relevante frente a la eficiencia tecnológica.
Intentar reemplazar este mercado con mano de obra americana, como han propuesto algunos líderes políticos en Estados Unidos, es más complicado de lo que parece. Uno de los mayores obstáculos es la falta de capacidad de absorción en el mercado laboral estadounidense, particularmente por cuestiones de formación. En China, la fuerza laboral está altamente diversificada, con millones de trabajadores capacitados para todo tipo de tareas, desde la manufactura básica hasta la alta tecnología. Por ejemplo, en 2024, China graduó a 8 millones de universitarios, muchos en ingeniería y ciencias, según el Ministerio de Educación chino. En contraste, Estados Unidos enfrenta una escasez de trabajadores cualificados para roles industriales. Un informe de 2023 de la Universidad de Stanford señala que el 40% de los empleos en manufactura en EE. UU. no se cubren por falta de candidatos con las habilidades necesarias, y muchos oficios tradicionales se han perdido tras décadas de deslocalización.
Además, la cultura laboral en Estados Unidos no favorece el regreso masivo de la manufactura. Mientras que en China los trabajadores están acostumbrados a jornadas intensivas (a menudo bajo el modelo “996”, que implica trabajar de 9 a. m. a 9 p. m., 6 días a la semana), en EE. UU. las expectativas de equilibrio laboral y los costos asociados a beneficios como el seguro de salud hacen que la producción sea menos competitiva. Un estudio de 2024 del Reshoring Institute encontró que los costos laborales en EE. UU. son hasta un 30% más altos que en China para roles similares, incluso con el aumento de salarios en este último país. Esto, sumado a la falta de un ecosistema industrial integrado, hace que reubicar fábricas sea un desafío logístico y económico.
Publicaciones en X han reflejado esta percepción cambiante. Algunos usuarios destacan que “China ya no es el taller barato del mundo, ahora es un líder tecnológico”, mientras que otros señalan las dificultades de países occidentales para competir con su eficiencia. Un comentario subraya: “No es solo el salario, es todo el sistema que hace que China sea imbatible”. Estas opiniones reflejan una realidad que va más allá de los números: China ha evolucionado de ser un proveedor de mano de obra barata a un gigante económico que combina talento, tecnología e infraestructura.
El mito de la mano de obra barata en China debe ser enterrado. Con una clase media en auge, salarios crecientes y una fuerza laboral altamente capacitada, el país está redefiniendo las reglas del juego global. Para Occidente, competir con este modelo requiere más que deslocalización; implica una transformación estructural que, por ahora, parece estar muy lejos de alcanzarse.
¿China, el paraíso de la mano de obra barata? 💸💨 Olvídate de ese cuento—la verdad es otra muy distinta.
12 horas Al día currando, muy atractivo rodo