Julio Iglesias, el eterno galán de la canción que a sus 81 años sigue siendo tema de conversación, ha decidido salir al paso de los chismes sobre su salud con un comunicado que mezcla humor y un toque de “¡basta ya!”. Desde su paraíso en las Bahamas, donde vive con su esposa Miranda Rijnsburger, el cantante ha querido aclarar que no está ni en silla de ruedas ni listo para el retiro eterno. «Me han matado mil veces, me han jubilado veinte mil y me han puesto enfermo otras tantas. ¡Qué imaginación tienen!», soltó con esa chispa que lo ha hecho leyenda.
Todo comenzó cuando el periodista Carlos Herrera, con quien Julio dice tener un cariño enorme, soltó en antena que el artista cojeaba por culpa de un osteoblastoma, un tumor benigno que tuvo en la espalda hace más años que pelos tiene una guitarra vieja. “¡Carlos, te adoro, pero vamos a poner las cosas en su sitio!”, respondió Iglesias. Según él, esa operación fue en 1963, y un año y pico después ya estaba dando brincos en Cambridge como estudiante feliz. “¿Secuelas? ¡Lo que tengo es una espalda con más historias que mis discos!”, bromeó.
Y para los que lo imaginan arrastrándose por casa con un bastón, Julio tiene una imagen mejor: «Acabo de nadar en la piscina como pez huyendo de un tiburón. ¿Eso suena a inválido?». Así, con una carcajada que casi se escucha desde el Caribe, desmonta las exageraciones. Nada de estar al borde del adiós; al contrario, asegura que está más vivo que nunca y con proyectos en marcha. «Estoy metido hasta el cuello en una serie de Netflix sobre mi vida. Pronto me planto con los ejecutivos a darles caña. ¡Eso no es retirarse, es seguir siendo el jefe!», dice con ese tono de quien sabe que aún tiene cuerda para rato.
El cantante también se tomó un momento para filosofar, porque claro, no todo van a ser bromas. «A la gente le encanta inventar cuentos sobre mí, ya mí me encanta que lo hagan, porque significa que no me olvidan. Vivo con mi soledad, que es como una vieja amiga que no ronca ni me pide favores», reflexionó. Y es que Julio, entre risas, parece haber encontrado la fórmula para lidiar con la fama: tomársela con un buen trago de humor y un chapuzón en la piscina.
Así que, mientras los rumores siguen dando volteretas, Iglesias se mantiene firme, nadando contra la corriente y riéndose de quienes ya lo daban por perdido. “Que hablen, que hablen, que yo seguiré cantando… o al menos tarareando mientras floto”, parece decirnos. Con este mensaje, no solo tranquiliza a sus fans, sino que nos recuerda que el mito sigue vivo, kicking and swim, como dirían en su adorada Miami. ¡Larga vida al rey, que ni los tiburones pueden con él!
