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miércoles, junio 18, 2025
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Israel Intercepta «Flotilla» de Ayuda Simbólica a Gaza: Cumplimiento del Bloqueo y Contrabando de Hamás

El 9 de junio de 2025, la Marina israelí interceptó el velero Madleen, parte de la Flotilla de la Libertad, que navegaba hacia la Franja de Gaza con una carga simbólica de ayuda humanitaria. La embarcación, fletada por la Coalición de la Flotilla de la Libertad y con activistas como Greta Thunberg a bordo, fue abordada en aguas internacionales frente a la costa de Egipto, tras ser monitoreada por un dron griego y rodeada por fuerzas israelíes. Los tripulantes, ilesos, recibieron agua y bocadillos de los soldados israelíes antes de ser escoltados al puerto de Ashdod para su repatriación, en cumplimiento del bloqueo naval impuesto por Israel desde 2007. Este bloqueo, justificado por Israel para prevenir el contrabando de armas a Hamás, considerado un grupo terrorista por Israel, EE. UU. y la UE, ha generado controversia, pero se sostiene en leyes internacionales. Mientras tanto, Hamás se nutre de redes de contrabando marítimo desde Yemen y otros países afines, explotando el Mediterráneo para eludir restricciones.

La Intercepción del Madleen: Una Operación de Bloqueo

El Madleen zarpó de Catania, Italia, el 1 de junio de 2025, con una decena de activistas internacionales, incluyendo a Thunberg y una eurodiputada francesa, Rima Hassan. Su objetivo era entregar una carga simbólica de suministros médicos y alimentos, desafiando el bloqueo israelí. Israel, que prohíbe la entrada marítima directa a Gaza, había advertido que no permitiría la llegada del barco. Un dron griego sobrevoló la embarcación, según la Flotilla, y el portavoz militar israelí, Effie Defrin, confirmó la movilización de la Armada para “proteger el espacio marítimo”. En la madrugada del 9 de junio, un buque israelí interceptó el Madleen a unas 17 millas náuticas de Egipto, fuera de aguas territoriales, desviándolo a Ashdod.

Los tripulantes fueron tratados con medidas humanitarias: se les proporcionó agua, bocadillos y asistencia, según el Ministerio de Relaciones Exteriores de Israel, que calificó la flotilla como una “provocación mediática” con “menos de un camión de ayuda”. La Cancillería publicó imágenes de los activistas con chalecos salvavidas, subrayando que estaban ilesos y serían repatriados a sus países de origen, en línea con el protocolo del bloqueo. La operación, que incluyó el uso de drones y un líquido blanco arrojado sobre el barco según activistas, evitó la violencia del asalto de 2010 al Mavi Marmara, donde murieron 10 personas, pero reavivó el debate sobre la legalidad del bloqueo y las tácticas israelíes.

La Coalición de la Flotilla denunció el abordaje como una violación del derecho marítimo, alegando que el Madleen era un buque civil desarmado en aguas internacionales. Hamás, desde Gaza, calificó la acción como “piratería”, exigiendo intervención internacional. Sin embargo, Israel justificó la intercepción como necesaria para evitar que cualquier envío, incluso simbólico, socave el bloqueo y facilite el contrabando a Hamás. La organización de la Flotilla, consciente de los riesgos tras el ataque con drones al buque Conscience en mayo de 2025 frente a Malta, insistió en su misión de abrir un “corredor marítimo civil” para Gaza.

Legalidad del Bloqueo Israelí y la Ausencia de Aguas Territoriales en Gaza

Israel sostiene que su bloqueo naval, iniciado en 2007 tras la toma de Gaza por Hamás, cumple con el derecho internacional. Según el Manual de San Remo sobre Derecho Internacional Aplicado a Conflictos Armados en el Mar (1994), un estado puede imponer un bloqueo marítimo en un conflicto armado si es necesario para su seguridad, notificado públicamente y aplicado imparcialmente. Israel argumenta que el bloqueo es esencial para impedir el ingreso de armas a Hamás, que ha lanzado miles de cohetes contra su territorio desde 2006. Un informe de la ONU de 2011 (Informe Palmer) respaldó la legalidad del bloqueo, aunque criticó el uso excesivo de fuerza en el caso del Mavi Marmara.

El bloqueo se aplica en aguas internacionales porque Gaza no tiene aguas territoriales propias, ya que no es un estado reconocido bajo el derecho internacional. Los Acuerdos de Oslo II (1995) limitaron la jurisdicción marítima palestina a 6 millas náuticas para actividades pesqueras, sin soberanía territorial. Israel controla el espacio marítimo frente a Gaza, extendiendo su autoridad hasta las 12 millas náuticas de la zona contigua, donde puede inspeccionar embarcaciones bajo el derecho marítimo. La intercepción del Madleen ocurrió fuera de estas aguas, pero Israel justifica su acción como parte del bloqueo, que permite abordar buques sospechosos de violarlo, incluso en alta mar, si se dirigen a un puerto bloqueado.

Críticos, como la ONU y Oxfam Intermón, consideran el bloqueo un “castigo colectivo” que viola el derecho humanitario al restringir bienes esenciales para 2,3 millones de gazatíes. La Corte Internacional de Justicia ordenó en 2024 aumentar la ayuda a Gaza, pero Israel mantiene que inspecciona y permite el ingreso terrestre de ayuda (1 millón de toneladas en 18 meses hasta 2023, según su Ministerio de Exteriores), negando un “asedio”. La intercepción del Madleen refuerza esta postura: Israel prioriza la seguridad sobre los gestos simbólicos, desviando la ayuda a canales terrestres controlados.

Hamás y el Contrabando Marítimo desde Yemen y el Mediterráneo

Hamás, que controla Gaza desde 2007, se nutre de redes de contrabando marítimo para eludir el bloqueo israelí-egipcio, obteniendo armas, combustible y fondos desde países afines como Yemen, Irán y Turquía. El Corredor de Filadelfia, en la frontera Gaza-Egipto, capturado por Israel en 2024, albergaba túneles que facilitaban el contrabando, pero el Mediterráneo es una ruta clave. Barcos pequeños y redes logísticas conectan puertos yemeníes, como Hodeida, controlado por los hutíes, con Gaza, transportando misiles, drones y explosivos, según el ejército israelí. Estas operaciones, a menudo camufladas como comercio, aprovechan la porosidad del Mediterráneo oriental.

Yemen, respaldado por Irán, es un nodo crítico. Los hutíes, aliados ideológicos de Hamás, han intensificado el contrabando marítimo desde 2023, enviando componentes de armas a través de rutas que evaden patrullas navales israelíes y egipcias. Informes de inteligencia israelí señalan que el 20% de las armas de Hamás en 2024 llegó por mar, incluyendo cohetes Qassam y drones kamikaze. Turquía, a pesar de negar vínculos directos, ha sido señalada por permitir que ONGs como la IHH, vinculada a la Flotilla de 2010, faciliten logística para Hamás, aunque sin pruebas concluyentes. Egipto, que teme la inestabilidad en el Sinaí, refuerza su control en Rafah, pero no siempre logra detener el flujo marítimo.

El contrabando marítimo agrava la crisis humanitaria en Gaza. Hamás desvía recursos, incluyendo ayuda humanitaria, para financiar su estructura militar, según la ONU y Oxfam. En 2010, Hamás rechazó la entrega de la carga del Mavi Marmara por motivos políticos, priorizando el desafío al bloqueo sobre las necesidades de la población. Este patrón se repite: el grupo usa el bloqueo como narrativa para justificar su resistencia, mientras los gazatíes enfrentan hambruna y desnutrición, con solo 4,74 litros de agua por persona al día en 2024, según la OMS.

Un Conflicto de Narrativas y Seguridad

La intercepción del Madleen refleja el choque entre gestos humanitarios y prioridades de seguridad. Para la Flotilla, el bloqueo es ilegal y su acción busca visibilizar la crisis en Gaza, donde el 100% de la población enfrenta riesgo de hambruna, según la ONU. Para Israel, cualquier brecha en el bloqueo, incluso simbólica, podría alentar envíos no regulados que beneficien a Hamás. La operación, con drones griegos y trato humanitario a los activistas, muestra un esfuerzo por minimizar críticas internacionales, pero no evita la condena de países como Colombia y Francia, que ven el abordaje como una violación del derecho marítimo.

El bloqueo, aunque legal según el Informe Palmer, sigue siendo un punto de fricción global. La ausencia de aguas territoriales en Gaza refuerza el control israelí, pero también la percepción de ocupación. Hamás, mientras tanto, capitaliza el contrabando marítimo, fortaleciendo su arsenal a expensas de la población. La solución requiere un alto el fuego, la liberación de rehenes y un corredor humanitario seguro, como propone la UE, pero la polarización entre Israel y Hamás, alimentada por redes de contrabando y flotillas simbólicas, perpetúa un ciclo de violencia y sufrimiento en Gaza.

La Flotilla busca «ayudar», pero Hamás atrapa a Gaza en la guerra 🚢.

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