Pedro Sánchez, presidente del Gobierno español y líder de la Internacional Socialista (IS), enfrenta un creciente aislamiento en Europa tras la caída de gobiernos socialdemócratas en países clave, según un análisis publicado el 26 de mayo de 2025. La derrota del Partido Socialista portugués de António Costa en marzo, junto con las pérdidas en Alemania, Polonia y Rumania, ha dejado al PSOE como una de las pocas fuerzas socialistas en el poder. En una Unión Europea (UE) que se inclina hacia el centro-derecha, liderada por figuras como Giorgia Meloni, Sánchez lucha por mantener la influencia de la IS y la relevancia geopolítica de España. Este declive refleja el retroceso de la socialdemocracia, las tensiones internas de un Gobierno español debilitado por escándalos y la dependencia de socios nacionalistas, en un contexto de polarización y retos globales que redefinen la política europea.
El Ocaso de la Socialdemocracia Europea
La socialdemocracia europea, pilar histórico del «Estado del bienestar», atraviesa una crisis profunda. En Portugal, el Partido Socialista perdió el poder en marzo de 2025 tras una moción de censura, dando paso a una coalición de centro-derecha liderada por la Aliança Democrática. En Alemania, la dimisión de Olaf Scholz en diciembre de 2024, tras el colapso de su coalición, llevó a elecciones anticipadas en 2025 que favorecieron a la CDU de Friedrich Merz, relegando al SPD a la oposición. En Polonia, el Partido Cívico de Donald Tusk superó a los socialistas en 2023, mientras que en Rumania el PSD perdió terreno frente a liberales y conservadores en 2024. Actualmente, solo España, Dinamarca y Malta mantienen gobiernos socialistas de peso, pero su influencia es limitada en una UE dominada por conservadores y liberales.
Sánchez, elegido presidente de la IS en noviembre de 2022, asumió el desafío de revitalizar una organización que agrupa a 132 partidos socialistas y socialdemócratas, pero que ha perdido relevancia. Fundada en 1951, la IS tuvo su apogeo bajo líderes como Willy Brandt, pero se debilitó tras la creación de la Progressive Alliance en 2013, que atrajo al SPD alemán, los laboristas británicos y los socialistas suecos. Estos abandonaron la IS por divergencias con formaciones iberoamericanas y africanas, algunas cuestionadas por prácticas poco democráticas. Sánchez ha intentado reintegrar al SPD y ampliar el alcance hacia África con la elección de Benedicta Lasi como secretaria general, pero los resultados son escasos, y la IS sigue siendo vista como una entidad más simbólica que influyente.
El auge de la derecha europea agrava esta situación. Giorgia Meloni, primera ministra italiana, ha emergido como una líder clave, apodada “la mujer más poderosa de Europa” por Politico. Su influencia en Bruselas, respaldada por políticas migratorias estrictas como los centros de retorno extracomunitarios, contrasta con la agenda progresista de Sánchez, centrada en feminismo, transición ecológica y justicia social. La Comisión Europea de Ursula von der Leyen, inclinada a la derecha, y un Parlamento Europeo dominado por conservadores, limitan la capacidad de Sánchez para imponer sus prioridades. España, con un crecimiento del PIB del 3% en 2025, según la OCDE, destaca económicamente frente al estancamiento alemán, pero su peso político no se traduce en liderazgo ideológico, dejando a Sánchez en una posición minoritaria.
La Internacional Socialista y los Desafíos de Sánchez
La presidencia de Sánchez en la IS, asumida por aclamación ante la falta de candidatos, buscaba reposicionar a la organización como un faro de la socialdemocracia global. En su discurso de clausura del congreso de 2022 en Madrid, abogó por combatir el cambio climático, la desigualdad y el discurso de odio, presentando a España como un modelo de crecimiento económico y derechos laborales. Sin embargo, la IS carece de impacto en foros como la ONU, y su congreso pasó desapercibido en la prensa europea. Internamente, Sánchez ha enfrentado tensiones, lo que debilitó su liderazgo. La falta de sintonía entre partidos centroeuropeos, más pragmáticos, e iberoamericanos o africanos, a menudo populistas, frustra los esfuerzos de unificación.
ESPAÑA EL EXPERIMENTO PERFECTO DEL SOCIALISMO
La estrategia internacional de Sánchez prioriza acciones individuales sobre la coordinación europea. Su defensa de Palestina, incluyendo el boicot de España a Israel en Eurovisión 2025, y sus viajes a China y Vietnam, son vistos por críticos como intentos de desviar la atención de escándalos domésticos, como los casos de corrupción de su esposa, Begoña Gómez, y el exministro José Luis Ábalos. Mientras Meloni construye alianzas con von der Leyen y conecta con Donald Trump, el enfoque de Sánchez en causas globales lo aleja de una UE centrada en seguridad y competitividad económica. Su rechazo a los centros de detención migratoria, apoyados por la mayoría de los Veintisiete, lo aísla aún más en el Consejo Europeo.
En el ámbito doméstico, el Gobierno de Sánchez enfrenta sus propios retos. Las maneras de formar gobierno el PSOE en 2019 y 2023 posicionaron a España como un experimento en toda regla socialista, con políticas como la subida del salario mínimo a 1.260 euros y la reducción de la jornada laboral a 37,5 horas. Sin embargo, su dependencia de socios nacionalistas como Junts y PNV, acusados de exigir concesiones que socavan la igualdad nacional, genera críticas. Y más sus relaciones con EH Bildu, que socava la confianza de aquellos que sufrieron el terrorismo. La tasa de pobreza infantil del 34,5%, una de las más altas de Europa según Bruselas, y los casos de corrupción, como los de Gómez y Ábalos, empañan su narrativa progresista. Estas vulnerabilidades limitan su capacidad para proyectar fortaleza en el exterior, donde es visto como “el último presidente socialista” de peso, según fuentes diplomáticas.
España en un Continente en Transformación
El crecimiento económico de España, con un PIB que aumenta un 3% en 2025, según cuentas del propio partido, contrasta con su menguante influencia ideológica. Sánchez presenta a España como un baluarte contra la “internacional ultraderechista” de PP, Vox y tecno oligarcas como Elon Musk, prometiendo derrotarlos en 2027. Sin embargo, su dependencia de aliados separatistas y la homogeneización del PSOE, donde disidentes como Felipe González son marginados, socavan su credibilidad. La IS, concebida como una plataforma global, se ha convertido en un escaparate personal para Sánchez, con escaso impacto en la política europea.
El giro de la UE hacia prioridades conservadoras y liberales, impulsado por líderes como Meloni y Von der Leyen, deja a Sánchez luchando por adaptarse. Aunque António Costa, ahora en el Consejo Europeo, ofrece cierta presencia socialista, países pequeños como Dinamarca y Malta carecen del peso de España. El ascenso de coaliciones de derecha en Portugal, Alemania y otros países señala un rechazo más amplio a los ideales socialdemócratas, con votantes que prefieren seguridad y pragmatismo económico a agendas progresistas. La insistencia de Sánchez en temas como el cambio climático y la igualdad de género, aunque encomiable, choca con un continente enfocado en el control migratorio y la competitividad industrial.
La sociedad española, profundamente polarizada, refleja esta división europea. Los partidarios de Sánchez lo ven como un defensor de la democracia frente a una derecha resurgente, mientras que críticos, incluidos PP y Vox, lo acusan de aferrarse al poder mediante alianzas poco éticas. Los escándalos de corrupción, especialmente los de Gómez y Ábalos, siguen erosionando la confianza, con Ábalos aún ocupando su escaño parlamentario pese a investigaciones del Tribunal Supremo. El éxito económico de España otorga a Sánchez cierta ventaja, pero sin aliados europeos fuertes, su influencia corre el riesgo de desvanecerse en una región que ya no comparte su visión.
El declive de la socialdemocracia y la IS pone de manifiesto una crisis más amplia de la política progresista. Los esfuerzos de Sánchez por revivir la IS han tropezado con divisiones internas y un panorama global cambiante. Mientras Europa abraza soluciones conservadoras, el experimento socialista de España se mantiene como una excepción, pero cada vez más solitaria. El desafío para Sánchez no es solo conservar el poder en casa, sino encontrar una manera de ser relevante en una Europa que ha seguido adelante.
Sánchez lidera el socialismo, pero Europa camina en otra dirección 🌍.