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sábado, agosto 2, 2025
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El yihadismo: cuando la radicalización se disfraza de fe

¿Por qué el mundo entero se preocupa por la situación en Gaza, pero nadie habla del yihadismo como la raíz de los problemas en aquella región?

Los grupos activistas se enfocan en culpar a factores externos en lugar de abogar por soluciones internas dentro de la Franja de Gaza. Por ejemplo, hablar de yihadismo es como abrir una caja de Pandora llena de confusión, miedo y, en muchos casos, malentendidos. Pocas personas están interesadas en profundizar en su significado, que en esencia es “esfuerzo” o “lucha” en su sentido más espiritual, pero en la práctica contemporánea esta significación ha sido secuestrada por grupos extremistas que lo han convertido en una bandera de violencia y terrorismo. Y ahí es donde la situación se vuelve peligrosa. Si el mundo fuera una película, el yihadismo sería ese villano recurrente que siempre encuentra la manera de regresar, sin importar cuántas veces sea derrotado. Los videos de la actual Gaza con personas celebrando sobre los escombros son un ejemplo exacto del punto anterior: no les importa la derrota, perder sus casas o la vida; lo que importa es la acción misma de la pelea constante, que solo se puede desarrollar cuando se está dentro de una filosofía que avala la venganza como forma de lucha y que tiene poco aprecio por la vida y una glorificación de la muerte.

Sus guionistas—grupos radicales como Al Qaeda, ISIS, Hamás, entre otros—se encargan de darle un toque moderno al fanatismo religioso, utilizando desde redes sociales hasta estrategias militares sofisticadas. Incluso en ciudades palestinas han creado su propio Pallywood, que es la producción de videos con situaciones escenificadas y actores (ciudadanos de a pie) para manipular la narrativa y amoldarla a los valores que Occidente defiende: la vida y la dignidad humana. Tiene sentido cómo los activistas de corrientes marxistas se convierten en defensores de estos grupos, pues poco profundizan en las verdaderas intenciones, viendo la problemática de manera simplista y ganando simpatía de las masas. Pero sobre este tema de creación de videos por parte de Hamás hablaremos en otra nota.

Sin embargo, ¿qué es lo que realmente alimenta al yihadismo? No es solo la religión, como algunos creen erróneamente. Se trata de una combinación tóxica de factores: fanatismo, desigualdad, falta de oportunidades, educación deficiente, conflictos políticos y, por supuesto, una narrativa de victimización que convence a jóvenes desencantados de que la violencia es la única salida. Es un fenómeno muy similar al de muchos de los distintos movimientos feministas, antirracistas o anticolonialistas de actualidad. La espiral de violencia y malestar social es un escenario parecido al que viven países.

¿El resultado? Un cóctel explosivo en el que las bombas y las balas sustituyen el diálogo y la diplomacia, sirviendo también como pretexto para grupos de activistas radicales que buscan un enemigo en común. Lo más irónico de todo esto es que el yihadismo se presenta como un movimiento “revolucionario”, pero en realidad solo atrapa a sus seguidores en una espiral de odio y destrucción. Ningún grupo yihadista busca la libertad para su población civil: no hay justicia, no hay redención, solo más sufrimiento. Es curioso cómo el activismo internacional omite esta realidad. Cegados por posturas marxistas, muchos no contribuyen al desarrollo de la población. Mientras tanto, los líderes de estos grupos suelen estar cómodamente escondidos, moviendo los hilos desde otros países y manipulando a quienes caen en su red. Es llamativo el paralelo con la situación en México, donde la delincuencia y la corrupción operan de manera similar.

Entonces, ¿cómo combatimos este fenómeno? No solo con armas y operaciones militares, porque la violencia solo genera más violencia. Se necesita educación, oportunidades y una contra-narrativa poderosa que desenmascare las mentiras del extremismo.

Al final del día, todos sacrificamos algo para obtener algo mejor: levantarnos temprano para estudiar, ahorrar para comprar un automóvil o una casa, o incluso estar lejos de nuestra familia para trabajar en el extranjero. La verdadera lucha debería ser por un mundo más justo, donde trabajemos por la equidad, no por un mundo donde el terror dicte las reglas del juego y donde el ciudadano de a pie confunda violencia con justicia y dignidad.

Como ya lo dijo alguna vez Jordan Peterson:
«El sacrificio es un conocimiento que todo el mundo tiene depositado en su alma, así que quien desee aliviar el sufrimiento, quien desee rectificar los defectos del Ser, quien quiera propiciar el mejor de los futuros, quien quiera crear el cielo en la Tierra, tendrá que realizar el mayor de todos los sacrificios: el de sí mismo… y vivir una vida dirigida hacia el bien» (Peterson, 2024, p. 224).

Fuente:

 Jordan Peterson,Planeta 2024, 12 reglas para vivir

Anexo

Niñas en el conflicto https://www.hrw.org/es/topic/derechos-del-nino/ninos-y-ninas-en-conflictos-armados

Educados para el terror https://www.bbc.com/mundo/noticias-internacional-40990781

Terrorismo Yihadista https://www.corteidh.or.cr/tablas/r32588.pdf

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