En noviembre de 2024, el Comité Financiero francés anunció una propuesta para implementar un impuesto basado en la ciudadanía, apodado “impuesto por pasaporte”, que obligaría a los ciudadanos franceses a tributar en Francia por sus ingresos mundiales, incluso si residen en el extranjero. Este sistema, que se aplicaría a quienes vivan en países con una carga fiscal al menos un 50% inferior a la francesa, busca frenar la fuga de contribuyentes hacia jurisdicciones de baja tributación como Bélgica o Andorra. La medida, impulsada por la extrema izquierda y aún en debate parlamentario, ha generado controversia por su complejidad administrativa y su impacto en la libertad financiera. Si se aprueba, podría inspirar a otros países europeos, como España, a adoptar sistemas similares, aprovechando el Common Reporting Standard (CRS) para rastrear ingresos globales. Mientras Francia lucha contra el éxodo fiscal, el modelo estadounidense, que ya grava a sus ciudadanos en todo el mundo, sirve de referencia, pero también de advertencia sobre los riesgos de este enfoque.
¿Qué es el Impuesto por Pasaporte?
El “impuesto por pasaporte” es una propuesta para que los ciudadanos franceses paguen impuestos en Francia, aunque vivan en otro país, si su país de residencia tiene impuestos mucho más bajos (al menos un 50% menos que en Francia). Por ejemplo, en Francia, los ingresos altos pueden tributar hasta un 45%. Si un francés se muda a Andorra, donde el impuesto sobre la renta es del 10%, tendría que pagar ese 10% en Andorra y, con esta nueva ley, la diferencia del 35% a Francia, para igualar el nivel francés. Esto se aplicaría a ingresos, herencias, ganancias de capital y dividendos.
La idea es evitar que los franceses ricos se muden a países de baja tributación para pagar menos impuestos, como hizo el actor Gérard Depardieu al establecerse en Bélgica en 2012. Francia ofrecería créditos fiscales para evitar la doble tributación: si pagas impuestos en el extranjero, se descuentan de lo que debes a Francia, pero siempre tendrás que completar la diferencia hasta el nivel francés. Si se implementa, podría hacer que mantener la ciudadanía francesa sea más caro, llevando a algunos a renunciar a su pasaporte, como ya ocurre en Estados Unidos.
En España, donde los impuestos sobre la renta llegan al 45% en las rentas más altas, esta idea podría contagiarse. Por ejemplo, si te mudas a Andorra y ganas 100.000 euros al año, pagarías 10.000 euros (10%) allí. Con una ley similar, España podría exigirte el 35% restante (35.000 euros) para igualar su tributación, reduciendo el incentivo de mudarte. Esto preocupa a expatriados y podría desalentar la movilidad dentro de Europa, donde países como Portugal (con su régimen de Residentes No Habituales) o Malta atraen a contribuyentes con impuestos bajos.
El CRS: Cómo Europa Rastrea tus Ingresos
El Common Reporting Standard (CRS), adoptado por más de 100 países, incluidos todos los de la UE, es un sistema de intercambio automático de información financiera diseñado para combatir la evasión fiscal. Desde 2017, los bancos y otras instituciones financieras recopilan datos sobre cuentas de no residentes (por ejemplo, un español con una cuenta en Andorra) y los envían anualmente a las autoridades fiscales del país de origen del titular. El CRS incluye información como saldos, intereses, dividendos y ganancias de capital, identificando al titular y a quien controla la cuenta.
A diferencia del impuesto por pasaporte, el CRS se basa en la residencia, no en la ciudadanía. Por ejemplo, si un francés vive en España, sus cuentas españolas se reportan a Francia solo si es residente fiscal francés (más de 183 días al año en Francia). Sin embargo, el CRS facilitaría la implementación de un impuesto por ciudadanía, ya que proporciona a países como Francia los datos necesarios para rastrear los ingresos globales de sus ciudadanos, incluso en jurisdicciones de baja tributación. En 2023, el CRS permitió a la UE recuperar 10.500 millones de euros en impuestos evadidos, según la OCDE, demostrando su eficacia.
España, junto con Francia, Alemania, Italia y Reino Unido, fue pionera en promover el CRS en 2014, firmando un acuerdo multilateral en Berlín. Este sistema, inspirado en el FATCA estadounidense, ha cerrado lagunas fiscales, pero también ha generado críticas por su intrusividad. En X, algunos usuarios lo comparan con un “Gran Hermano fiscal”, argumentando que reduce la privacidad financiera. Si España adoptara un impuesto por pasaporte, el CRS sería clave para asegurar su cumplimiento, rastreando cuentas en Andorra, Malta o Emiratos Árabes Unidos, donde muchos españoles y franceses buscan menor presión fiscal.
Estados Unidos: El Precedente de la Tributación por Ciudadanía
Estados Unidos es uno de los pocos países que aplica un sistema de tributación basado en la ciudadanía, junto con Eritrea. Bajo la ley FATCA (Foreign Account Tax Compliance Act), los ciudadanos estadounidenses deben declarar sus ingresos mundiales al IRS, independientemente de su lugar de residencia. Por ejemplo, un estadounidense en España que gane 100.000 euros paga impuestos en España y, si los impuestos españoles son menores que los estadounidenses, completa la diferencia al IRS. En 2024, unos 8,7 millones de estadounidenses viven en el extranjero, y muchos enfrentan dificultades para abrir cuentas bancarias, ya que los bancos rechazan clientes por el papeleo de FATCA.
Este sistema ha llevado a un aumento de renuncias a la ciudadanía: en 2023, 5.763 estadounidenses abandonaron su pasaporte, según el Departamento de Estado, un 12% más que en 2022, citando la carga fiscal como motivo principal. La complejidad administrativa y la doble tributación, aunque mitigada por créditos fiscales, generan rechazo. Francia, al proponer su impuesto por pasaporte, sigue este modelo, pero enfrenta críticas similares. En X, usuarios advierten que “los franceses podrían renunciar en masa” si la ley se aprueba, como ocurrió con Depardieu, quien adquirió la ciudadanía rusa en 2013.
El caso estadounidense muestra los riesgos de un impuesto por ciudadanía: fuga de capitales, pérdida de competitividad y aumento de la renuncia a la nacionalidad. Para España, adoptar un sistema similar podría alejar a empresarios y profesionales, especialmente en un contexto donde Andorra y Portugal son destinos atractivos. La propuesta francesa, aún en fase inicial, podría ser un experimento que, de fracasar, disuada a otros países de la UE, pero su éxito podría desencadenar una ola de impuestos por pasaporte en Europa, apoyada por el CRS.
Un Futuro Incierto para la Libertad Financiera
La propuesta francesa del impuesto por pasaporte es un intento de recuperar ingresos perdidos por la fuga fiscal, pero plantea serios desafíos. La complejidad administrativa, el riesgo de doble tributación y la posible renuncia masiva a la ciudadanía podrían superar los beneficios recaudatorios. El CRS, aunque efectivo contra la evasión, podría convertirse en una herramienta de vigilancia si se usa para gravar por ciudadanía, erosionando la privacidad financiera. La sociedad europea, acostumbrada a la movilidad dentro de la UE, podría resistir estas medidas, como reflejan posts en X que alertan sobre un “control fiscal totalitario”.
España, con su alta presión fiscal, podría verse tentada a seguir el ejemplo francés, pero debería sopesar las consecuencias: desincentivar la inversión y perder talento. El modelo estadounidense, con sus problemas de renuncia y rechazo bancario, es una advertencia. La libertad financiera, un pilar de la globalización, está en riesgo si Europa adopta este enfoque. Los ciudadanos merecen un debate transparente sobre cómo equilibrar la justicia fiscal sin sacrificar sus derechos.
Francia grava por pasaporte, pero el precio puede ser la libertad financiera 🌍.
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