Un terremoto de magnitud 2,4 se registró el 23 de marzo de 2025 en el noroeste de la Región de Murcia, según datos del Instituto Geográfico Nacional. El movimiento sísmico, ocurrido en horas de la tarde, fue percibido por los habitantes de la zona, aunque no se reportaron daños materiales ni víctimas. Expertos indican que este tipo de eventos son habituales en la región debido a su actividad geológica, pero mantienen la vigilancia para evaluar cualquier cambio. Las autoridades locales no han emitido alertas adicionales por el momento.

¿CÓMO SE MIDEN? ¿ES MUCHO 2,4 EN ESTA ESCALA?
La escala de Richter, desarrollada en 1935 por Charles F. Richter, es una herramienta que se utiliza para medir la magnitud de los terremotos, es decir, la cantidad de energía liberada durante un sismo. Esta escala es logarítmica, lo que significa que cada incremento de un punto representa una liberación de energía aproximadamente 32 veces mayor que la del nivel anterior. Los niveles en la escala van desde valores muy bajos, casi imperceptibles para el ser humano, hasta terremotos de gran magnitud que pueden causar daños severos. Por ejemplo, un terremoto de magnitud menor a 3,0 suele ser considerado micro y rara vez es sentido por las personas, mientras que un sismo de entre 4,0 y 5,9 puede causar daños moderados, y uno de 7,0 en adelante puede provocar daños catastróficos y pérdidas humanas si ocurre cerca de zonas habitadas.
Una medición de 2,4 en la escala de Richter indica un sismo de baja magnitud. Estos terremotos son tan débiles que, por lo general, solo son detectados por instrumentos sismográficos y no suelen ser percibidos por las personas, especialmente si ocurren en zonas alejadas o a grandes profundidades. Un sismo de esta magnitud no representa peligro para las estructuras ni genera daños materiales. Es común que este tipo de movimientos se registren de manera rutinaria en regiones sísmicamente activas, siendo parte del comportamiento natural de la corteza terrestre. Aunque no se perciban, estos eventos ayudan a los sismólogos a monitorear la actividad tectónica y a estudiar patrones que podrían anticipar sismos más significativos.
El principio del fin, los negacionistas climáticos dirán que no existe.