Cuando llega el momento de disfrutar una salida nocturna, la decisión entre pedir una Coca-Cola o una cerveza suele depender de preferencias personales o hábitos sociales. Sin embargo, más allá del sabor, existen diferencias importantes entre ambas bebidas en cuanto a su impacto en el organismo, composición nutricional y efectos a corto y largo plazo. Para despejar dudas sobre cuál podría ser una opción más adecuada, se consultó a las nutricionistas Lucía Corral y Marina Melchor, de Nutre Burgos, quienes analizaron las características de cada bebida y ofrecieron recomendaciones claras para tomar una decisión informada.
Ambas bebidas tienen particularidades que las hacen populares en reuniones sociales, pero su composición y efectos en el cuerpo son notablemente distintos. La Coca-Cola, un refresco carbonatado, contiene altas cantidades de azúcar (alrededor de 27 gramos por cada 250 ml en su versión regular) y carece de nutrientes esenciales, lo que la convierte en una fuente de calorías vacías. Además, incluye cafeína (aproximadamente 34 mg por lata de 330 ml), que puede generar un efecto estimulante temporal, pero también contribuir a la deshidratación si se consume en exceso. Por otro lado, la cerveza tradicional aporta alcohol (generalmente entre 4% y 6% de volumen), calorías (unas 150 por cada 330 ml) y pequeñas cantidades de vitaminas del grupo B, antioxidantes y minerales como el magnesio, aunque estos beneficios son mínimos y se ven opacados por los efectos negativos del alcohol, como la deshidratación y el impacto en el hígado si se consume en exceso.

Al incluir la cerveza sin alcohol en la ecuación, la elección se vuelve más interesante. Según las expertas de NutreBurgos, este tipo de cerveza elimina el etanol, lo que reduce significativamente los riesgos asociados al alcohol, como alteraciones en el sistema nervioso o problemas hepáticos. Sin embargo, no está exenta de inconvenientes: muchas cervezas sin alcohol contienen azúcares añadidos o aditivos para mejorar su sabor y conservación, lo que puede aumentar su carga calórica (alrededor de 50-80 calorías por 330 ml, dependiendo de la marca). Comparada con la Coca-Cola, la cerveza sin alcohol suele tener menos azúcar, pero sigue sin ser una opción ideal para un consumo habitual desde el punto de vista nutricional.
Las especialistas destacan que ninguna de estas bebidas es una opción saludable si se consumen de manera frecuente o excesiva. La Coca-Cola aporta calorías vacías y puede contribuir al riesgo de obesidad, diabetes tipo 2 y caries dental debido a su alto contenido de azúcar y acidez. La cerveza con alcohol, aunque tiene un índice glucémico más bajo, genera otros problemas relacionados con el consumo de etanol, como deshidratación, aumento de peso y efectos en el sistema cardiovascular si no se bebe con moderación. Por su parte, la cerveza sin alcohol puede ser una alternativa más aceptable para quienes buscan evitar el alcohol, pero no debe considerarse una bebida nutritiva ni un sustituto del agua.
Desde un enfoque práctico, las nutricionistas recomiendan priorizar la hidratación durante una noche de fiesta, alternando cualquier bebida con agua para mitigar los efectos de deshidratación. Si se debe elegir entre Coca-Cola y cerveza, sugieren que la decisión dependerá del contexto: para quienes no consumen alcohol, una Coca-Cola ocasional podría ser menos perjudicial que una bebida alcohólica, pero en cantidades limitadas. Para quienes prefieren la cerveza, optar por una sin alcohol podría ser una opción más sensata, siempre revisando las etiquetas para evitar marcas con exceso de azúcares añadidos.

En conclusión, ninguna bebida se corona como la opción ideal desde el punto de vista de la salud. Las expertas coinciden en que la mejor alternativa sigue siendo el agua, ya que hidrata sin añadir calorías ni sustancias que puedan comprometer el bienestar. Sin embargo, si la elección es inevitable en un ambiente festivo, la moderación y la conciencia sobre los efectos de cada bebida son clave para disfrutar sin excesos ni riesgos innecesarios.