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Lo que no te cuentan sobre la «ocupación israelí»

A veces, en las conversaciones sobre el conflicto en Medio Oriente, escuchamos la frase «la ocupación israelí». Sin embargo, es importante elegir bien las palabras para evitar simplificaciones o afirmaciones que puedan generar malentendidos.

El término «ocupación» implica una perspectiva específica dentro de un debate político complejo. Para algunos, se refiere a la presencia israelí en ciertos territorios en disputa; para otros, ignora la historia, los acuerdos y los factores de seguridad involucrados. Además, el lenguaje que usamos puede influir en cómo se percibe el conflicto, a veces reforzando narrativas que no contribuyen al diálogo ni a la búsqueda de soluciones.

Muchos grupos activistas que se oponen a Israel utilizan estrategias de manipulación mediática y retórica para influir en la opinión pública. Aunque la crítica a cualquier gobierno es legítima, estos grupos a menudo distorsionan hechos, utilizan lenguaje cargado y promueven narrativas que omiten contextos clave.

Algunos ejemplos comunes son los activistas antiisraelíes que usan un lenguaje sesgado y emocional, empleando términos como «genocidio», «apartheid» o «colonialismo», a pesar de que estos conceptos no se ajustan a los criterios legales o históricos en el caso de Israel. Estas palabras buscan generar una respuesta emocional intensa y deslegitimar completamente la existencia del Estado israelí.

Es común que estos grupos difundan imágenes fuera de contexto o incluso de conflictos completamente diferentes para reforzar sus narrativas. Por ejemplo, han circulado fotos de Siria o Irak afirmando que muestran bombardeos en Gaza, manipulando la percepción pública. Lo anterior no significa que no esté ocurriendo una intervención en Gaza por parte del ejército israelí, pero ¿por qué agregar videos que no corresponden o hacer «Pallywood» (un término que abordaremos en otra nota)?

A esto se le suma el doble rasero en la condena a Israel. Mientras que los crímenes de otros regímenes o conflictos con una cantidad mucho mayor de víctimas (como en Siria, Yemen o Sudán) reciben una cobertura mínima, el foco desproporcionado en Israel sugiere un sesgo ideológico más que una preocupación genuina por los derechos humanos. A la mayoría de los activistas no les preocupa el desarrollo y el bienestar de la población civil en Gaza o en el resto de Palestina.

Muchos activistas minimizan o justifican los ataques de grupos como Hamás, un grupo violento, describiéndolos como “resistencia” en lugar de reconocer su naturaleza terrorista. También omiten el hecho de que estos grupos usan a civiles palestinos como escudos humanos (yihadismo), lo que agrava la crisis humanitaria. Ningún grupo activista, colectivo feminista u otra organización está señalando los abusos de quienes ostentan el poder en esa franja.

Si esto fuera poco, se suma el boicot comercial, conocido como BDS (Boicot, Desinversión y Sanciones), que busca difamar productos provenientes de Israel. Esta campaña de presión internacional intenta presentar a Israel como un Estado ilegítimo, al estilo de Sudáfrica durante el apartheid. Sin embargo, ignoran que Israel es una democracia con ciudadanos árabes que tienen derechos plenos y representación política, un hecho muy alejado de lo que sucedió en Sudáfrica en 1948.

No obstante, abordar el tema desde posturas más objetivas y menos pasionales es blanco de censura y ataques dentro y fuera de redes sociales. Académicos, periodistas y figuras públicas que defienden el derecho de Israel a existir o que presentan una perspectiva equilibrada suelen ser boicoteados o incluso amenazados. Esto crea un ambiente en el que solo una narrativa específica es aceptada en muchos círculos activistas, académicos y, por supuesto, también en los medios de comunicación.

En resumen, si bien la crítica a Israel puede ser legítima, hay una diferencia entre el análisis basado en hechos y la manipulación con fines políticos. Es crucial informarse de diversas fuentes y cuestionar narrativas que omiten partes fundamentales de la historia y la realidad del conflicto.

En vez de adoptar términos que pueden ser polémicos o parciales, una buena práctica es referirse a los hechos de manera objetiva y enmarcarlos dentro de su contexto histórico y legal. Esto nos ayuda a mantener conversaciones más equilibradas y constructivas sobre un tema tan delicado.

Lo importante es fomentar el entendimiento y el respeto en cualquier conversación. ¡Sigamos aprendiendo y dialogando con apertura! 😊

Fuente:

 Equipo editorial, Etecé (1 de febrero de 2025). Apartheid. Enciclopedia Concepto. Recuperado el 30 de marzo de 2025 de https://concepto.de/apartheid/.

Anexo

Ejemplo de narrativa dominante https://www.jornada.com.mx/noticia/2025/03/30/politica/protestan-en-la-embajada-de-eu-en-rechazo-a-ocupacion-israeli-contra-palestinos

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